El impacto de las plantas exóticas invasoras
En un hábitat concreto crecen numerosas especies animales y vegetales autóctonas que se autorregulan y coexisten manteniendo un equilibrio natural, sin que una predomine más que las otras o sin que una perjudique al resto.
Entre las especies autóctonas de flora puede haber algunas especies que presenten muy pocos individuos con capacidad para reproducirse, es decir, que producen muy pocas semillas o germinan muy pocas semillas o las semillas no capaces de. Esto hace que año tras año se desarrollen un número menor de nuevas plantas y, por tanto, es más difícil garantizar la supervivencia de las poblaciones silvestres, poniendo en peligro su conservación a largo plazo. Este tipo de plantas son los endemismos amenazados. Éste sería el caso de Seseli farrenyi, Limonium geronense y Limonium tremolsii, plantas que presentan un escaso número de individuos y que crecen en unas pocas localidades en el área de Cap de Creus.
Cuando en un hábitat llega o se introduce una planta alóctona que se comporta como invasora, ésta puede propagarse y desarrollarse de forma descontrolada porque en el lugar dónde se ha introducido no existen, todavía, sus depredadores o competidores naturales, que son los únicos capaces de regular su crecimiento y propagación. De esta forma las plantas invasoras fácilmente se abren paso en el hábitat dónde han sido introducidas, ocupando todo el espacio disponible.
Esta alteración del equilibrio natural del hábitat provoca que las especies autóctonas y, sobre todo, los endemismos amenazados, pierdan la posibilidad de desarrollar nuevos individuos y, con los años, se acaban perdiendo. Este desequilibrio impacta negativamente no sólo a las plantas autóctonas sino también a insectos, pájaros y otros organismos del medio natural, y es entonces cuando hablamos de pérdida de biodiversidad.
Además, cuando una planta invasora coloniza un espacio, uniformiza extremadamente el medio natural y genera un paisaje poco diverso, de forma que se pierde el valor que damos al paisaje cuando disfrutamos de ella, provocando no sólo la pérdida de biodiversidad sino también una pérdida social, cultural y económica.